En muchas ocasiones hemos escuchado a los estudiantes decir que lo que se enseña en el aula de clase no se conecta con su realidad o que los conceptos aprendidos no tienen aplicabilidad en su día a día, esta es una debilidad de la educación tradicional y de estilos de enseñanza que no priorizan la experiencia del estudiante.

Es evidente la necesidad que tiene el alumno de lograr establecer una relación con lo aprendido y su contexto, ya que de esta manera el conocimiento se vuelve práctico y pasa no solo por la mente sino también por el cuerpo, lo que garantiza una verdadera apropiación de los conceptos y contenidos.

Los seres humanos estamos hechos de historias, son las historias las que le dan sentido a nuestra existencia y a las relaciones que construimos con las personas y las cosas.
Hay historias desarrollándose todo el tiempo a nuestro alrededor, ellas nos conectan con las emociones, nos dan la posibilidad de experimentar la realidad y generan en nosotros empatía frente a diversas situaciones; esas historias provienen del contexto cercano en el que nos movemos y son el estímulo para llevarnos a hablar de un tema específico. En definitiva, es a partir de las historias, que podemos vincular a los estudiantes con el aprendizaje basado en problemas.

Para incentivar el aprendizaje de los estudiantes es necesario llevarlos a que visualicen su realidad y descubran su entorno, que hallen las historias con las que puedan empatizar y encuentren los problemas a los que puedan darles solución, a través del trabajo colaborativo.

Como docentes debemos permearnos de la realidad de los estudiantes, sus gustos, sus hábitos y entender un poco su lenguaje, estudiar nuestro público, encontrar los temas que despiertan su interés y establecer relaciones con las áreas del conocimiento, ¿Cómo podríamos trabajar por ejemplo, el tema de la música con la física, con las matemáticas, incluso la biología? Suena a un desafío interesante que podemos abordar desde nuestra vocación.

Generar aprendizaje a través del contexto del estudiante, requiere un reconocimiento de la realidad del alumno por parte del docente y una apertura a la experimentación y al descubrimiento por parte del estudiante. Se necesita incluir en la enseñanza metodologías activas, propiciar espacios creativos, integrar herramientas tecnológicas y un enfoque STEM+ para generar experiencias de aprendizaje significativas. En conclusión, se trata de ir más allá con el contenido que preparamos, es ampliar las posibilidades y lograr transversalizar las áreas con el contexto que los estudiantes reconocen, para que puedan experimentar, ensayar y trabajar colaborativamente, en crear alternativas y soluciones a problemáticas cercanas y reales. Se trata de ser los guías en el desarrollo de la historia de cada estudiante; como docentes y mentores, podemos brindar las herramientas y los conocimientos para que le den el mejor uso en la apropiación de sus aprendizajes y desafíos, mientras habitan su realidad y la transforman.

Natalí Herrera Betancourt
Diseñadora de contenidos educativos
Líder de laboratorios de innovación
FundaDiv